lunes, 26 de mayo de 2008

Slow food y el “fletcherismo”

El slow food, o comida lenta, es un término nuevo que apareció en contraposición al de fast-food o comida rápida.

Practicar el “slow food” es tomarse algo de tiempo en preparar y presentar los alimentos, con esmero y cariño, recuperando los sabores y costumbres tradicionales, degustándolos después con placer, gozando de la buena mesa en el ambiente más adecuado y, por supuesto, con la televisión apagada.

Esta expresión de slow food salió a la luz por primera vez en Roma, en 1986, como reacción a la apertura de un fast food en la Plaza Navonna. Este movimiento se simboliza mediante la figura del caracol, porque su lentitud se contra resta con la velocidad y las prisas que afectan al mundo actual. Actualmente es ya internacional y cuenta con más de 80.000 miembros en más de 47 países.

Además de fomentar el sentido del buen gusto, el slow food promueve una buena masticación de los alimentos para favorecer la digestión.
Es curioso lo que promovió Horacio Fletcher creando lo que se llamó desde entonces el “fletcherismo”. Nacido en San Francisco, en 1885, su compañía de seguros le rescindió el seguro de vida porque estaba demasiado gordo: pesaba 100 kilos y solo medía 1, 67 m. Entonces decidió adelgazar fuera como fuera y empezó varios regímenes sin éxito.

Después oyó hablar del método de Lord William Gladstone, Primer ministro británico que recomendaba masticar cada bocado 32 veces antes de tragarlo, para de esta manera adelgazar y disfrutar de una buena salud. Fletcher empieza a masticar y en 1889 pierde 20 kilos que ya no recuperará hasta su muerte en 1919. Por ello se le llamará “el gran masticador”. Hasta los líquidos, como la leche y la sopa, también deben ser “masticados” simbólicamente antes de ser tragados. Fletcher afirma que una comida entera necesita 2.100 masticaciones.

No hay que tragarse nada hasta que todo el sabor de cada bocado se haya extraído completamente y se haya transformado en una papilla, es decir se haya “licuado”. De esta manera, cuando el alimento llega al estómago e intestino, esta papilla está tan masticada que se digiere completa y fácilmente y así se asegura una salud perfecta y una gran longevidad. Uno se cansa de tanto masticar y come menos.

Sin llegar a estas exageraciones, sí se recomienda masticar cada bocado 20 veces, soltando el tenedor cada vez, algo que, evidentemente está muy lejos de la realidad.

No hay comentarios: